-Hoy se cumplen 6 años de la partida a la eternidad del maestro Rafael Escalona Martínez-
Por Taryn Escalona
Nunca voy a olvidar ese momento, eran aproximadamente las 4:25 de la tarde de ese 13 de mayo de 2009. Durante todo el día había estado hablando con mi hermano Rafa, quien junto con Ada Luz, Berni y Pachín, se encontraba al lado de mi papá en la clínica Shaio de Bogotá. Para ellos era el momento más crítico de todos los vividos durante ese tiempo en que nuestro padre llevaba hospitalizado. Yo no lo consideraba así, mis esperanzas de que se volviera a levantar permanecían intactas. Creía ciegamente en esas palabras que me dijo dos semanas atrás: ‘hija el amor espanta la muerte’. Por eso ingenuamente pensaba que el amor de sus hijos, hablándole constantemente, lo iba a despertar y la vida nos lo iba a prestar otro ratico, un poquitico más.
Rafa me contó que no lo veía nada bien, a sus palabras de que mi papá está muy, pero muy mal; le pregunté: qué tanto? Y con esa sinceridad que lo caracteriza respondió: ‘hoy se puede ir’. Me cortó enseguida, -no quería más preguntas tal vez- diciéndome que había llegado Ernesto Samper y que por la noche hablábamos de nuevo. Creo que no pasaron ni quince minutos, cuando marcó nuevamente para decirme simplemente: ‘Taryn, acaba de morir tu padre’. A ese triste anuncio siguió un silencio; ni él, ni yo pudimos hablar más. Fue un dolor mutuo que se entrelazó y nos abrazó a ambos. El mío explotó en llanto, en confusión, en desasosiego. El de él, se lo guardó por un buen rato, debía estar al frente de la situación. Pero horas más tarde, cuando pude llegar a Bogotá para traerlo de regreso a casa, como mi papá lo había pedido; nos fundimos en ese abrazo que nos debíamos desde la tarde; fue entonces cuando le dio rienda suelta a ese Guatapurí de sentimientos represados.
Desde entonces sus herederos hemos vivido seis años de ausencia, de remembranzas y de unión entre todos. Cada uno aportando un granito de arena para no dejar morir ese legado que no es únicamente de nosotros sus hijos; es una herencia de todos.
Cada año en fechas como esta, el recuerdo se fusiona con la nostalgia, y aunamos nuestros esfuerzos para seguir en la tarea, de inculcar a las nuevas generaciones el compromiso de defender nuestra autenticidad folclórica y de seguir el camino trazado por Rafael Escalona, el más grande cultor del folclor vallenato. El maestro que desde muy joven escribió una de las páginas más hermosas de la historia del hombre Caribe; cuando su nombre comenzó a conocerse de aldea en aldea y sus cantos comenzaron a cabalgar por el mundo de la fama y de la inmortalidad.
Hoy con orgullo de hija puedo decir, que Escalona pintó la vida a su manera y descubrió la fórmula mágica para que nadie lo olvidara jamás, luego de su viaje a la eternidad; y vaya que lo logró.
Porque no es fácil, mitificar una región a través de versos, cantos y poesía y Escalona lo hizo, creando una escuela que hoy siguen muchos de esos poetas, en quienes hoy se perpetúa su legado.