Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv
Emiliano Alcides Zuleta Díaz, ‘El gago de oro’, llegó directo a la oficina del presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Rodolfo Molina Araujo, para darle las gracias por el homenaje que tanto a él como a su hermano Tomás Alfonso decidieron brindarles en el 49 Festival de la Leyenda Vallenata.
Recibió y firmó la comunicación donde le hacen el anuncio y enseguida manifestó: “En primer lugar estoy agradecido con la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, por tenernos en cuenta a nosotros los Hermanos Zuleta. Yo sé que hay mucha gente pendiente de este homenaje, nosotros hemos sido afortunados en esto. Como lo dije en las redes sociales desde Cancún, México, yo soy reacio a estas cosas de los homenajes, a mi no me gustan los homenajes, tengo mis razones, lo he dicho muchas veces. La gente a través de los años ha conocido mi modo de ser. Respeto a los medios de comunicación y a nuestros seguidores, pero no sé por qué Dios me dio esta condición. Eso me hace no recibir el homenaje que me están ofreciendo, esas son mis razones de peso”.
Seguidamente entabló una charla grata con Rodolfo Molina y recordó su familiaridad con sus padres Hernando y Consuelo, y lo tanto que ama al Festival de la Leyenda Vallenata donde se ha coronado Rey Vallenato en Acordeón Aficionado y en Canción Vallenata Inédita. Incluso Rey de Reyes de la Canción. “Esos premios los llevo en el alma”, señaló.
Después accedió a conceder la siguiente entrevista donde hizo varias apreciaciones de su vida, sonrió y hasta lloró.
¿Al fin y al cabo en qué se basa para tomar esa decisión?
Insisto que estoy muy agradecido con la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y quiero hacer hincapié en algo, porque ya veo en redes sociales ciertos comentarios desagradables. Quieren enfrentarme en una contienda con los Molina, quiero aclarar eso. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es que yo no acepte el homenaje de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata y otra cosa es que quiero hacer una reseña histórica de los que significan para mí los Araujo y los Molina. Yo vine a Valledupar a estudiar al Loperena interno en 1962, la primera casa que yo visité en Valledupar fue la casa del papá del papá de los Molina, el doctor Hernando Molina Maestre, el magistrado.
Me vinculé con ellos hace 50 y pico de años. Consuelo Araujo fue para mí una madre, el papá de los Molina fue para mí un padre. Unos vínculos familiares de toda una vida, de medio siglo de amistad, así que quiero resaltar que yo con ellos no tengo ningún problema, y el motivo de no aceptar el homenaje no significa que ellos no sean queridos, son las personas que yo más quiero en Valledupar, al igual que los Pavajeau de la plaza Alfonso López.
¿Insiste en darle vueltas y vueltas al homenaje?
Otra cosa que quiero decir referente de mi modo de ser. Da risa, como yo no gusto de necios, que esa es la razón por la que no acepto un homenaje. Yo tengo algo que voy a decir que va impactar mucho en mí familia, es lo siguiente. Ya tengo arreglado lo que va a pasar cuando me muera, Tengo eso en una notaría en Bogotá. Eso se llama morir dignamente.
Cuando yo me muera quiero que inmediatamente me lleven a un horno crematorio y las cenizas sean echadas al río Guatapurí o al mar, para que no me estén bamboleando de un lado a otro, yo no gusto de necios, ni después de muerto.
Yo desde niño, cuando cumplo años me encierro dos días antes para que nadie me felicite. Otra cosa, me gusta andar solo, no me gusta tener chofer, no me gustan los escoltas, es un temperamento distinto a todo el mundo, pero así nací y así me muero.
¿Pero los seguidores de los Hermanos Zuleta, están pensando diferente, por todo lo que ustedes significan para la auténtica música vallenata, que es como la yuca que nunca aburre?
Los seguidores míos me conocen, y no pueden tener la memoria mala. De tantos años, ellos saben cual es mi condición, ellos son los que me han dado a mí en las redes sociales la razón, ellos me conocen, que yo no gusto de alborotos ni estar dando entrevistas, ni tomándome fotos. Lastimosamente Dios me hizo así. Hace 15 días me ofrecieron un homenaje en Atlanta, Estados Unidos. No lo acepté. Tengo un homenaje el cuatro de junio en Indianápolis, de unas clínicas, yo no acepto. Yo acepto ir a Indianápolis a tocar unas canciones, si me van a dar un pergamino lo recibo, pero hasta ahí.
Cómo hago yo para cambiar mí modo de ser, si desde el vientre de mí madre he sido de esa condición. Menos mal que mí hermano Poncho si sabe, porque él me ha aliviado a mí en la vida. Mi hermanito si sabe como soy yo y ha dado unas declaraciones donde ha dicho que él sabe mi modo de ser, que no me gustan los homenajes, que no me gustan las entrevistas. Mire, yo recibí los premios Grammy y los regalé a Sayco, a Acimpro. Quiero seguir siendo feliz con mi modo de ser.
¿Cómo en un conocido programa de la televisión: “Última palabra”?
(Emiliano, no aguantó la risa, se puso de pie. Dio varios pasos y dijo “Periodista usted es fregao”).
¿A raíz de eso que usted dice, ¿qué viene ahora?
Vengo llegando de México y quería dar estas explicaciones, decirles que yo me sostengo en que los homenajes a mi no me gustan. Vamos por partes, todo el mundo sabe eso, mi hermano ya lo dijo en los medios de comunicación, que a mi no me gusta eso. ¿Por qué? Porque uno tiene que estar constantemente con los medios de comunicación, haciendo conversatorios, dando entrevistas y demás. Eso es lo que a mí nunca me ha gustado y la gente lo sabe. Yo soy gago. A mi me hacen una pregunta en un conversatorio entonces yo me enredo, y cojo rabia. A mí eso se me dificulta, se me daña el día. Indiscutiblemente toda la vida he sido reacio a los homenajes. Siempre los he rechazado, Poncho lo sabe, en Medellín, Bucaramanga, Bogotá, Estados Unidos los he rechazado. A excepción de unos homenajes que a veces hacen, como el que fui al Festival Vallenato de Barrancabermeja, que solo era llegar a la tarima tocar tres canciones con mi hermano Poncho, le entregan a uno un pergamino y ya.
En cambio el del Festival de la Leyenda Vallenata es un homenaje que prácticamente es un año de trabajo. Otra cosa, durante el Festival yo tengo siempre 11 presentaciones, cinco como acordeonero y seis como compositor. Esos 11 compromisos me impiden totalmente dedicarme al Festival. Tengo que estar en una parte, en la Fundación, en la Biblioteca Carrillo Lúquez, en la Gobernación, en la Alcaldía, así que el tiempo no me da y tampoco me da la garganta. Entonces todas esas razones que te acabo de mencionar hacen que para mí sea imposible manejar ese homenaje.
¿En estos momentos, ¿En qué anda Emiliano?
Ando presentándome en todo el país. Últimamente estoy viajando al exterior, vengo de México, estuve en Orlando, Atlanta. Voy a Indianápolis el dos de junio próximo. Ando presentándome porque ahora se han inventado lo de compositores, que esa es otra cosa difícil para mí porque yo no soy cantante. Ahora cuando yo canto dos canciones seguidas, me pongo afónico. Mi compadre Poncho cuando canta así en casetas la 101 la canta mejor, cuando yo canto en una casetica, al siguiente día estoy como los chivatos. A él, si le conviene esto. Mi compadre Poncho es como si fuera un senador o un presidente, tiene una labia para hablar y como él no se cansa, ni se pone afónico, ni se emborracha, si le gusta esto. También quiero anotar que tengo a Ricardo Gutiérrez como manager oficial a nivel nacional e internacional y todo está andando súper bien.
¿Su estado de salud cómo está?
Gracias a mi Dios he estado bien de salud, lo único malo es la garganta que me afecta, tengo que estar con medicamentos e inyecciones.
¿A sus 70 años tiene una hija muy bonita?
Si, Dios me hizo un regalo grande. Le hice una canción a mi hija Emily Shadday Zuleta Bernier, que se llama ‘Regalo de Dios’. Es una niña muy linda, tiene cuatro meses, a esta edad tener una hija es una bendición de Dios, ese es mi modo de vivir, me ha hecho ponerle más ganas a la vida, por eso es que el año entrante esa canción la voy a grabar con Silvestre Dangond.
La canción de mi hija es una canción que se hizo en forma secuencial, primero con mi esposa Eladia Bernier Ospino, tengo dos hijos de 20 y 21 años que estudian en Bogotá, uno en la universidad y otro en el ejército. Hablo primero de mi mujer y de los hijos que tenemos y que nos quedamos solos porque los muchachos se fueron a estudiar. Entonces ella me dijo: Emiliano quedamos solos. Yo le dije: Yo todavía tengo fuerzas, tengo capacidad para darte un hijo, le di una hija. Nació la hija. Ahora viene el problema de pedirle a Dios que me deje vivir unos añitos más para poderla cuidar y educar.
Entonces esbozando las palabras más bellas de amor donde su mirada se transporta a la figura de esa pequeña de cuatro meses, comienza a cantar con el sentimiento en flor y la inspiración a toda vela.
Yo conocí el amor de mi vida
una mujer cariñosa y buena
que siempre ha sido mi consentida
mi confidente y mi compañera,
Pero ella me ha arreglado la vida
que hasta se me alejaron mis penas
me dio dos hijos
que ya se hicieron dos hombrecitos
y ella me dijo: pronto nos vamo’ a quedá solitos
entonces yo me puse a pensar
que todavía me siento con fuerzas
que a mi mujer le puedo brindar
todo mi amor y mi fortaleza
y ahora se ha adornado mi hogar
ya no hay tristeza, ya no hay nostalgia,
vino una niña que ha transformado la vida mía
y están bonita que se parece a Carmen Díaz.
Después de tantos años de vida
cuando mi vida se quiere ir
yo me entusiasmo y pienso enseguida
que todavía tengo que vivir
entonces como queda mi hija
si su papá se llega a morir.
Ahora yo tengo un sentimiento dentro del alma
le pido a Dios que me de vida para cuidarla
ya Dios me ha dado lo que mi vida estaba esperando
una hija linda que Dios bendiga, este regalo.
Al final del canto Emiliano no tuvo otra opción que dejar correr varias lágrimas porque llegó a su vida el ser que le arrancó la más bella canción y tiene su corazón de fiesta y hasta su alma envuelta en el pentagrama del amor.