Crónica. ‘La gota fría’ y ‘La cañaguatera’ en la voz de Carlos Vives le pusieron ritmo vallenato a Madrid

-El multitudinario y aclamado concierto fue resumido por el artista samario con la frase: “El vallenato alegrando corazones”-
 
Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
“Me lleva él o me lo llevó yo”, o “Seguro que yo sin ti, estoy acabao”, son frases de presentación de dos canciones vallenatas clásicas que se pasearon por los oídos de millones de asistentes y televidentes que siguieron la antesala de la final de la Champions League que disputaron los equipos Liverpool y Tottenham.
Desde Madrid, España, el artista samario Carlos Vives las cantó al lado del Rey Vallenato Egidio Cuadrado con el mayor sentimiento, y como si estuviera en el Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’, haciendo vibrar de alegría a los presentes.
Enseguida, se recordó la vida y obra de Emiliano Antonio Zuleta Baquero e Isaac ‘Tijito’ Carrillo Vega, dos juglares que patentaron esas canciones y después las dieron a conocer en las parrandas.
Carlos Vives siguió cantando, y resumió el multitudinario concierto con la frase: “El vallenato alegrando corazones”. Entonces, por tener el corazón dentro de la valla del recuerdo, era preciso recordar la historia de estas obras que hoy son un golazo mundial.
 
‘La gota fría’
Acórdate Moralito de aquel día
que estuviste en Urumita
y no quisiste hacer parranda.
Te fuiste de mañanita
sería de la misma rabia.
Esta canción nació en Urumita, La Guajira, en el año 1938, y su origen estuvo ligado a una larga confrontación que Emiliano Antonio Zuleta Baquero había sostenido con Lorenzo Miguel Morales Herrera, conocido como ‘Moralito’. A pesar de los versos candentes y con madrazo a bordo, esta piqueria fue folclórica porque siempre primó la amistad, hasta el punto de sellarla con un compadrazgo que les permitió convertirse en los juglares más queridos. Con eso vinieron los abrazos, y hasta que “se acabó la vaina”.
Esa canción, ‘La gota fría’, tuvo altos elogios por parte de Gabriel García Márquez por su sencillez, ingenio y preciosura literaria, la cual inicialmente grabó en 1940 el músico cienaguero Guillermo Buitrago con el título de ‘Que criterio’. Actualmente, tiene más de 80 versiones conocidas.
La piqueria entre estos dos juglares tuvo una vigencia de aproximadamente nueve años, y cada uno hizo un promedio de 20 canciones donde se sacaban los trapos al aire, y no tenían que ver con nada con el fin de ganar la contienda a la distancia y no en una parranda.
Los juglares ‘Mile’ y ‘Moralito’, hombres de acordeón, canto y verso rápido recorrieron los caminos del Magdalena Grande llevando sus mensajes musicales, y con el paso de los años el público los convirtió en grandes héroes del folclor vallenato.
En tal sentido, en su momento Consuelo Araujonoguera conceptuó: “La rencilla legendaria entre Zuleta y Morales tuvo proporciones tales y dividió en forma irreconciliable a los seguidores de ambos, que según se cuenta, se hizo necesaria la intervención amigable de muy destacados personajes de la región, a fin de amistarlos. Como testimonio maravilloso de ese dichoso pleito musical ha quedado el famoso paseo con el cual Emiliano dio el golpe de gracia a su rival. Cuando Lorenzo logró reponerse del impacto que públicamente le causaron las cáusticas estrofas de ‘La gota fría’, apenas logró ensayar una tímida contestación que no tuvo la popularidad del formidable ataque musical”.
Hace 81 años fue creada la canción ‘La gota fría’, su vigencia sigue intacta y para el recuerdo quedaron aquellos recados que son la esencia de este folclor que nació en los corrales y que hoy se pasea por todo el mundo.
Ni el propio Carlos Vives llegó a pensar que esa obra musical tuviera la mayor resonancia mundial, porque se dedicó a escoger clásicos vallenatos para grabarlos, poniéndoles un nuevo vestido y respetando los cánones del folclor.
‘La gota fría’ sigue navegando por un universo donde las plataformas digitales y redes sociales constituyen un gran pentagrama cibernético, y muchos todavía andan indagando sobre la historia de esa canción donde dos hombres se insultaban con versos, teniendo como cortina las notas de un acordeón.
“En todas partes la piden y la cantan, con ese amor que me hace recordar a esos dos interesantes juglares que se dedicaron a versear sin pensar que con el paso de los años el mundo les agradecería”, comentó Carlos Vives.

Grandiosa remembranza
La emoción de Isaac ‘Tijito’ Carrillo al conocer sobre ese suceso musical en tierra española fue grandiosa. No cabía de la alegría, y entonces manifestó: “Esas son las ganancias que regala la vida y hace posible que siga creyendo en este folclor que me mantiene vivo. Gracias Carlos por ser el gran embajador de la música vallenata”.
Con la alegría a todo galope contó la historia de esa canción que nació en 1967, exactamente en el barrio Cañaguate de Valledupar: “La remembranza la tengo en la punta de la lengua”. Soltó una carcajada y continuó: “La cañaguatera se la hice a una muchacha que vivía en el barrio del mismo nombre, aunque ella era natural de Chimichagua. Su nombre es Duvis Guillen, en ese entonces ella tenía 22 años y este servidor 30”.
Con su natural gracia y elegancia al hablar, así como lo hace cantando, siguió el relato: “Teníamos un romance y le propuse formalizar un hogar, pero ella decidió irse para Venezuela en busca de otro horizonte”.
Frena sus palabras de repente, levanta su cabeza para llamar más recuerdos y añade: “Yo andaba de cantante del conjunto de Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, y no era como hoy que el dinero cae más rápido, pero bueno, tenía fijada en mi mente la figura de esa encantadora mujer. Su partida fue un golpe fuerte y me demoré un mes dándole vueltas a ese hecho de amor hasta que pude decirle:
 
Te juro que yo sin tí
estoy acabao
como estoy enamorao
te alejas de mí.
A pesar de que eres buena
me dejas por pobre,
como soy un hombre noble
yo sufro las penas.
 
‘Tijito’ cantó ese verso recordando aquel enamoramiento que tuvo hace más de 50 años, donde se desahogó diciendo: “Negra, porque me olvidaste, si yo no te olvido. Qué pena tan grande, perdí la razón, porque allá en el Cañaguate, dejé el corazón”.
Volvió a pensar, y entonces recordó lo que nunca contó: “Al cabo de algún tiempo me volví a encontrar con Duvis, la mujer que sonsacó mi corazón. Nos saludamos, y me dijo que había escuchado la canción, pero que no me había dejado por pobre, sino porque ella quería tener un futuro más definido”.
Y el futuro definido lo tuvo Isaac ‘Tijito’ Carrillo al grabarle la canción Alfredo Gutiérrez, luego Los Corraleros de Majagual con la voz de Eliseo Herrera, y finalmente Carlos Vives, quien la proyectó a nivel mundial.
La conclusión de la historia es que ‘Tijito’ no se murió diciendo su nombre, como lo relata en la canción, sino que vive feliz porque esa mujer chimichaguera le concedió el honor de ponerle oficio a su memoria. Esa fue la mejor manera de contar que los irremediables dolores del corazón también tienen la virtud de acabar en un bello canto vallenato.