Por Juan Rincón Vanegas – @juanrinconv
La historia parece una inocentada. Sucedió el 28 de diciembre de 1983 en Chimichagua, departamento del Cesar, población donde Diomedes Díaz Maestre y Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza amenizaron la noche anterior una fiesta en el Teatro Municipal, sitio donde hoy se erige el Centro de Convenciones ‘Heriberto Pretel’.
La presentación fue en el marco del evento denominado ‘Reencuentro con Chimichagua’, evento donde el compositor Camilo Namén Rapalino cantó por primera vez la canción ‘De la misma manera’, y Diomedes al escucharla le prometió grabarla, tal como sucedió al año siguiente en el trabajo musical ‘El Mundo’.
Cuando culminó el espectáculo musical, Camilo Namén invitó a Diomedes y a ‘Colacho’ a quedarse en la población, y así sucedió. Entonces, se inició una parranda interminable.
Amor en la primera
Cuando el reloj marcaba las nueve de la mañana, Camilo Namén envió a uno de sus trabajadores a buscar unos pasteles para apaciguar el hambre que producía la ingesta de licor escocés. El mensajero volvió con la razón de que no estaban, pero que dentro de un rato los traían.
Efectivamente, una joven encantadora los trajo, pero no se fue enseguida, porque quedó hipnotizada por el canto de Diomedes, quien aprovechó para galantearla y regalarle unos versos.
‘El Cacique de La Junta’ se sentó a su lado, y de un momento a otro los recién conocidos se perdieron de la vista de todos. De esa manera comenzó un amor a primera vista, y que a las pocas horas se evaporó porque Ana Paola Martínez nunca más volvió a ver a Diomedes Díaz.
El tiempo fue pasando, y Ana Paola le contó a una amiga que estaba embarazada “del señor que vino a cantar”. Para que sus padres no se enteraran, aprovechó que uno de sus tíos viajaba a Maracaibo, Venezuela, para que se la llevara a trabajar. Allá, en el país vecino, tuvo su criatura que lleva el nombre de Pablo, quien nació el 16 de septiembre de 1984.
Cuando el niño fue creciendo, ella nunca le dijo el nombre de su papá. En alguna ocasión, y ante tanta insistencia por parte del menor, le indicó que había sido un marinero. Hasta razón tuvo, porque Diomedes viajó tan sólo una vez por el mar de su amor, y ella llegó a puerto seguro con una criatura que la estrenó como madre.
Así pasó la etapa infantil de Pablo, como buen estudiante, y en un momento de su vida, entró a ejercer como un servidor de Dios en una iglesia evangélica.
Pablo, el pastor
Ana Paola quiso guardar el secreto, y por eso nunca dio a conocer su propia historia. La única vez que tuvo cerca a Diomedes después del encuentro en Chimichagua fue cuando estuvo en un concierto en Maracaibo, y del lugar donde actuó, ella vivía a tres cuadras.
“Esa vez estuve a punto de decirle a Pablo que el famoso cantante cuya presentación anunciaban por las emisoras era su papá, pero me contuve, porque después llegaba la preguntadera, y era peor”.
En medio del dialogo, frenó en seco, y anotó: “Es la primera vez que hablo de esto, porque usted conoce la primera parte de la historia. No desearía que Pablo supiera después de tanto tiempo que es hijo del cantante Diomedes Díaz, y más ahora que es pastor de una iglesia cristiana”.
Pero, en medio del mar de los recuerdos, se queda pensativa, y anota: “Eso fue una locura de juventud, porque nunca lo volví a ver y no quise darle esa molestia de que supiera que en nuestro único encuentro quedé embarazada. Tampoco quise que fuera a pensar que era por su plata que lo estaba buscando”.
Ante la solicitud de mostrar una fotografía de su hijo se negó varias veces. “No quiero dar una foto de mi hijo. No, no!!!. Escriba nada más la historia que por mí nunca se sabría”.
Ante la pregunta sobre la canción que más le gustaba de Diomedes, y sin saber como sería su reacción, de inmediato se puso triste. No quería decir nada, y después de secarse la primera lágrima, manifestó: “Hubiera querido que Diomedes le cantara a Pablo esa bella canción ‘Mi muchacho’, donde le dijo a su hijo Rafael Santos lo mucho que lo quería”.
En ese momento, Ana Paola no pudo contenerse y las lágrimas brotaron de forma natural por sus mejillas. El recuerdo estuvo en primera fila.
“No guardas secreto”
Cuando se le comunicó al compositor Camilo Namén, alcahueta del encuentro de Diomedes Díaz con la joven Chimichagüera, sobre la publicación de la historia soltó una carcajada, e indicó: “Definitivamente, no guardas secretos. Deja eso quieto y que el pastor siga predicando sin ningún contratiempo”.
En eso se quedó, pero la historia ameritaba que se contará con pelos y señales, teniendo en cuenta que los momentos de Dios son perfectos (Eclesiastés 3), y un hijo de ‘El Cacique de La Junta’ en vez de cantar, predica sobre las Sagradas Escrituras, tal y como lo hizo su papá una vez al decir en su canción ‘Volver a vivir”:
Diariamente en la mañanita
yo le doy las gracias a Dios,
me dio la paciencia de Job
y así muchas cosas bonitas.
Dentro del registro oficial de los hijos de Diomedes Díaz Maestre, donde figuran hasta la fecha 21, no aparece Pablo, hoy convertido en apóstol de Dios, y tampoco su mamá Ana Paola, porque ella así lo quiso. También se negó a que se le tomara alguna fotografía, porque quiere mantenerse al margen de la curiosidad y no es ninguna artista. “Soy una simple madre”.
Esta vez, con una leve sonrisa en su rostro, dijo: “Ponga a Diomedes que es el ídolo y la persona que me hizo ese regalo. Nunca estuve resentida, sino que le di gracias a Dios, y vea donde está el hijo, ese que quiero mucho. Mi único hijo”…
Vía celular se le hizo escuchar la canción ‘Mi muchacho’, pero esta vez más serena y mirando para el cielo, expresó: “Que Dios tenga en su santo reino al hombre que nunca supo que me había regalado un hijo, a Pablo, que es mi mayor bendición”.
Ese muchacho que yo quiero tanto
ese que yo regaño a cada rato
me hizo acordar ayer
que así era yo también cuando muchacho
que sólo me aquietaban dos pencazos
del viejo Rafael.