Hoy se cumplen 23 años de la partida de la vida del hijo de Becerril, el mismo que se inmortalizó a través de sus cantos.
Por Juan Rincón Vanegas – Tw: @juanrinconv
Corrían los días finales del mes de octubre de 1974 cuando Rafael José Orozco Maestre apareció en un concurso de voces realizado en el marco de una semana cultural en el Colegio Nacional Loperena de Valledupar.
Esa vez ganó y se tomó la mayor confianza para emprender su carrera musical al lado del acordeonero Luciano Poveda, con quien se presentó en distintos pueblos de la geografía costeña.
El primero de ellos fue en el corregimiento de Sempegua, municipio de Chimichagua, donde lo contrató Andrés Lobo, el dueño de la caseta ‘El trasmallo’ y dueño del picó más grande de la región, y quien supo de Rafael Orozco a través de un amigo de Valledupar.
El grupo viajó seis horas en un bus de Cootracegua hasta llegar a Chimichagua, donde tomaron un ‘Johnson’ para cruzar la ciénaga de Zapatosa hasta llegar al pueblo de pescadores en horas de la tarde.
Allá, Rafael Orozco en menos de lo que canta un gallo y a pesar del cansancio del viaje armó un partido de futbol que concluyó en una pequeña discusión por un supuesto penal que no pitó el árbitro Cianci Hernández Méndez.
El, no hace mucho tiempo reafirmó que no hubo falta y entre risas dijo que si esa tarde hubiera expulsado a Rafael Orozco, hoy fuera famoso.
La anécdota de la dormida
El sábado siete de diciembre de 1974 la caseta poco se llenó y únicamente alcanzó para medio pagar al conjunto vallenato. Después de la presentación, a los integrantes les tocó dormir en esteras de palma y al cantante y acordeonero en hamacas.
Rafael Orozco no estaba acostumbrado a dormir así y también debido al calor, optó por acostarse en una mesa de buchacara que había en la caseta.
Allí amaneció, y cuando la señora Natividad Segovia, quien pasaba por el lugar lo observó acostado en esa mesa de juego se preguntó: ¿Y ese es el cantante?
Lo que la vieja ‘Nati’, nunca pensó era que el joven cantante que había debutado en su amado pueblo, con el paso de los años se convertiría en el ídolo que pasó por el Madison Square Garden de Nueva York, ese mismo que regaló emociones a sus miles de seguidores y que todavía a pesar de su partida hace 23 años, se escucha cantar desde ‘Cariñito de mi vida’ y cientos de canciones más hasta llegar a ‘Solo para ti’.
La primera grabación
El primer peldaño importante de Rafael Orozco fue grabar en 1975 su primera producción musical titulada ‘Adelante’ al lado del destacado acordeonero Emilio Oviedo Corrales, quien anotó “A Rafael lo conocí por casualidad en Aguachica, donde había ido con el gobernador del Cesar de ese entonces, Manuel Germán Cuello y el doctor José Manuel Díaz Cuadro, a la inauguración de unas obras y como es natural se formó la parranda.
En el camino me la pasé tocando y cantando y como era una carretera muy mala llegué afectado de la garganta, debido a la polvareda.
En esos días se llevaba a cabo una feria en esa población y es así que estando en el parranda se apareció Rafael Orozco, un muchacho delgado y cabelloncito y me dijo que me ayudaba a cantar. Acepté y de salida quedé sorprendido con su voz. Me gustó el estilo, su afinación, su brillo y que tenía unas caídas bien suaves y llamativas”.
El maestro Oviedo recuerda que esa vez la primera canción que cantó fue ‘El trovador ambulante’ que estaba de moda y que habían grabado los hermanos Zuleta en 1973. Enseguida lo contactó y Rafael Orozco dijo que andaba con el acordeonero Julio de la Ossa, pero no tenía ningún compromiso.
De esa manera comenzó el proceso de lo que sería su primera grabación para el sello Codiscos donde aparecieron las siguientes canciones: ‘Cariñito de mi vida’ (Diomedes Díaz), ‘El fiel amigo’ (Víctor Camarillo), ‘La Chimichagüera’ (Náfer Durán), ‘El conquistador’ (Alvaro Cabas), ‘Verdes jardines’ (Jaime Daza Molina), ‘Adelante’ (Leandro Díaz), ‘Costumbres regionales’ (Luciano Gullo Fragoso), ‘Recuerdos de mi abuelo’ (Carlos Araújo Cuello), ‘Mi orgullo’ (Fabio Zuleta Díaz), ‘El hombre mujeriego’ (Sergio Moya Molina) y ‘Mi mejor amigo’ (Tomás Alfonso ‘Poncho’ Zuleta).
Para llegar a ese momento donde sobresalió la canción ‘Cariñito de mi vida’ de la autoría de Diomedes Díaz, no fue nada fácil.
Al respecto Emilio Oviedo indica que “lograr grabar en la ciudad de Medellín con Rafael Orozco fue sumamente difícil porque en el vallenato primaban las voces fuertes y él tenía una voz suave, melódica y bien definida. Pocos en esa ocasión creyeron, pero me la jugué y el tiempo me dio la razón porque se truncó aquello de que el vallenato debía solamente interpretarse con voces robustas, caso Jorge Oñate o ‘Poncho’ Zuleta”.
‘El Comandante’ Emilio Oviedo logró grabar una segunda producción con Rafael Orozco, titulada ‘Con sentimiento’ hasta que de común acuerdo se separaron.
En ese momento Rafael Orozco entró a conformar con el acordeonero Israel Romero el famoso Binomio de Oro, que le entregó los más grandes éxitos en su carrera artística.
Finalmente Emilio Oviedo se aventuró a decir. “Con ese éxito y disciplina musical que tenía Rafael Orozco, en este momento fuera el mejor porque el vallenato ahora corre de acuerdo al estilo que lo identificó y que lo tenía en el lugar de honor con que se despidió de la vida”.
Máximo recuerdo
Tierra de Chimichagua
le digo a mis amigos
que no la puedo olvidar.
…Y como olvidar a Rafael Orozco, si a través de la canción de Náfer Durán Díaz, le dijo al mundo vallenato que la mujer Chimichagüera, enguayaba aquel que no la conoce, que es agradable como la brisa de un siete de diciembre y su calidez humana no tiene limites.
Precisamente Náfer Durán recuerda que Rafael Orozco fue el fenómeno del momento, porque aunque no tenía un “vozarrón” se pegó y con el paso del tiempo demostró su grandeza. “Lastima que le truncaron la vida, porque hoy estuviera en los primeros lugares debido a que su estilo es el que ahora llama más la atención y nos tiene casi relegados al olvido”.
En Sempegua no lo olvidan porque desde allí comenzó a escribirse su historia m
usical, esa que truncaron para adelantarle la inmortalidad…