Por Juan Rincón Vanegas
Corría la tarde del día miércoles primero de diciembre de 1993 cuando en La Junta, La Guajira, precisamente en el colegio nacionalizado Hugues Manuel Lacouture, se aprestaban a entregar una nueva promoción de 34 bachilleres, entre las que se contaba Marena Rocío Díaz Sarmiento, hija de Diomedes Díaz Maestre y Martina ‘La negra’ Sarmiento Loperena.
Todo estaba listo para la ceremonia que no comenzaba porque no llegaba el hijo más importante de esa tierra, quien sería exaltado como Bachiller Honoris Causa. Después de una larga, y bien larga espera, apareció en la sala múltiple Diomedes Díaz ‘El Cacique de La Junta’, vestido de azul turquí y regalando sonrisas y abrazos.
La ceremonia se inició teniendo todas las miradas dirigidas al artista, quien ansioso esperaba el famoso cartón que nunca alcanzó en su juventud, tal como lo declaró en la canción ‘El profesional’.
Me inclinaba cuando fui un alumno
siempre ser un buen profesional,
y como no tuve pa’ estudiar
fueron imposibles mis estudios.
Cuando llegaron las palabras del rector Dennis Escrigas Bonilla, destacó a los nuevos bachilleres, pero hizo énfasis en el hijo de Rafael María Díaz y Elvira Maestre, quien era un ejemplo porque de vendedor de limones y trabajos forzados en el campo había alcanzado la fama como cantante y compositor, teniendo como premio ser el mayor vendedor de discos de música vallenata y tener el más grande cariño de su fanaticada.
Después de recibir el diploma de Bachiller Honoris Causa y con la naturalidad que lo caracterizaba y saltándose las gracias a la institución educativa dijo: “Nunca pensé llegar a ser bachiller. Mamá, Papá, ya soy bachiller”. En esa frase conjugó todo el agradecimiento a esos seres queridos que se la jugaron por su hijo y en el preciso momento supieron tomar el cauce indicado porque sabían que las cosas del alma valían mucho más que el dinero.
La emoción de Marena
Mientras todos los aplausos eran para Diomedes Díaz, una joven esperaba ser llamada para recibir su diploma de bachiller. Era Marena Rocio, la misma que su papá le dibujó su nombre en letras viendo cierta mañana un paisaje de mar y arena, exactamente en Santa Marta, la bahía más linda del mundo.
El maestro de ceremonia hizo el llamado: Marena Rocio Díaz Sarmiento. Ella, se levantó de su puesto con una leve sonrisa y recibió el diploma. No recuerda si la aplaudieron, lo que si quedó calcado en su corazón fue cuando su padre salió a su encuentro, la abrazó, le dio un beso y le manifestó casi en secreto: “Hija, que la Virgen del Carmen te bendiga”. Además posó para las fotografías.
Aquel momento irrepetible y poco dado en el campo estudiantil y que sucedió hace 21 años, Marena lo recuerda de la siguiente manera, no sin antes dejar escapar una lágrima como premio a esa dicha que no tiene precio.
“Recibir con mi papá el titulo de bachiller ha sido el día más emocionante de mi vida. Verlo feliz al yo haber cumplido una etapa de mis estudios, las que él también alcanzaba en su querido pueblo, ese que como dice en su canción: La Junta es un bello pueblo, a donde nació Diomedes, donde to’ el mundo lo quiere, y me aclaman cuando llego”. Y todo se cumplió al pie de la letra.
Al quedarse callada musitando en su cerebro ese momento glorioso cuando contaba con 17 años, las letras también se escondieron y pasaron a segundo plano porque en su rostro se pintaba la felicidad en pasta.
De repente retrocedió el tiempo y comenzó a mirar las gráficas de su vida, vista desde el ángulo de su niñez, la cual su mamá Martina ‘La negra’ Sarmiento le contó en detalle.
“Los primeros regalos que me hizo mi papá, recién nacida, fueron una cadenita de oro que tenía una medallita con la imagen de la Virgen del Carmen, y un vestido de opal verde manzana con florecitas bordadas”.
De repente se puso de pie, entró a su cuarto y se apareció con el mencionado vestido que para ella es un tesoro de esos parecidos a la estrella de Belén, que nunca pasa de moda.
“El vestido lo guardó mi mamá, y cuando nació mi primera hija se lo puse. Ya se imagina la emoción de verla vestida como estuve yo”. Marena, no sabía si sonreír o llorar y este episodio era igual al encuentro del rio con el mar donde la fuerza se impone en medio del recorrido de las olas del recuerdo.
También señala la segunda hija de Diomedes Díaz, que cuando se graduó su aspiración era estudiar odontología, pero al poco tiempo a su boca llegó la palabra amor y no fue de dientes para afuera. Se casó con Bolívar Vega Ramírez, con quien ha tenido cuatro hijos: María Camila, José Bolívar, María Isabel y Carlos Julio.
Marena recuerda a su papá por el cariño y los detalles que frecuentemente le daba y más cuando le solía decir que la garganta ya le estaba dando plata.
Padre e hija, bachilleres de la promoción de 1993, en La Junta, La Guajira, siempre recordaban el acontecimiento de la graduación porque en sus mentes quedó enmarcada esa película llena de sentimientos y a la que no se le hizo un canto, sino que tuvo connotaciones de gloria, esa gloria que va directo al corazón.
Al final de la entrevista Martina ‘La negra’ Sarmiento, madre de Marena, le recordó que desde ese día era la dueña absoluta del trofeo que Diomedes se había ganado el 30 de abril de 1976 en el Noveno Festival de la Leyenda Vallenata con la canción ‘Hijo agradecido’.
Ella, le agradeció a la autora de sus días y pidió escuchar la canción. En esas se quedó disfrutando de esa bella obra de ‘El Cacique de La Junta’, ese que dejó su canto y su fama.