Por Juan Rincón Vanegas
El mes de mayo de 2014 para Gustavo Adolfo Osorio Picón, será inolvidable porque además de ser coronado como Rey Vallenato del 47 Festival de la Leyenda Vallenata, recibió el más grande afecto del pueblo que lo vio nacer hace 41 años.
La llegada a Río de Oro fue en medio de un río humano que coreaban su nombre, y él feliz mostraba la estatuilla ‘Cacique Upar’.
Kilómetros antes de llegar al pueblo, en el sitio conocido como Altos de Sanín Villa, lo estaban esperando y comenzó el ascenso teniendo que bordear 72 curvas hasta llegar a la plaza principal Francisco de Paula Santander, donde le harían todos los honores al hijo bueno y lleno de talento musical. En el recorrido de la caravana de carros y motos se escuchaban una banda papayera y las canciones de Diomedes Díaz.
Para la ocasión se mandaron a marcar cientos de camisetas con la foto del Rey Vallenato, y en medio de la alegría colectiva, Marcela, hija del Director de la Cámara de Comercio de Valledupar, José Luis Urón Márquez, quien se unió a la organización del evento, dijo la frase más contundente: “Para que vea como se quiere a un hijo del pueblo y más si es Rey Vallenato”.
Todo comenzó con el Himno de Río de Oro donde se resalta a esa colonial tierra como remanso de paz, alegría y orgullo del Cesar.
Después al Rey Vallenato se le exaltó a través del decreto 029 y la Orden Municipal Cruz al Mérito de Río de Oro, grado Gran Comendador, entregado por el alcalde Manuel Rodolfo Márquez Páez y un reconocimiento del Concejo Municipal.
Llegaron los fuegos pirotécnicos y se descubrió un cuadro con la imagen del Rey Vallenato Riodorense, gentilicio de ese terruño del Sur del Cesar.
Al Rey no le cabía tanta felicidad, pero faltaba más. Y llegó la entrega de un cuadro con la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de Río de Oro, para que lo siga acompañando en su misión de llevar al vallenato por el mundo.
“Gracias Gustavo, por dejar en alto el nombre de tu tierra. Debes saber que tus paisanos y amigos nos sentimos orgullosos de ti porque hemos seguido muy de cerca tu trayectoria musical hasta llegar a la cúspide, ser Rey Vallenato del mejor festival de Colombia”, indicó el alcalde Manuel Rodolfo Márquez Páez.
Todo este reconocimiento se hizo en una inmensa tarima que en su parte alta tenía fijado un letrero que decía: “Bienvenido a tu tierra, Gustavo Adolfo Osorio Picón, Rey Vallenato 2014”.
Después del homenaje el Rey Vallenato habló poco, porque dijo que lo suyo era tocar acordeón. “Dios les pague por este multitudinario recibimiento y gran homenaje y sepan que este triunfo es de todos ustedes. Me siento feliz, los haré quedar bien, y sepan que los llevo en mi corazón”.
Seguidamente vinieron las presentaciones musicales de la Escuela de Música Luis Arel Durán de Río de Oro, dirigida por el profesor de acordeón Jorge Vergel Sabogal, que integran niños entre los seis y doce años; y del Rey Vallenato, quien estuvo acompañado en la caja por Omer ‘El manón’ Calderón y en la guacharaca por Álvaro ‘El Ñame’ Mendoza, y presentó las cuatro canciones con las que se alzó con la corona. Después vino la gran parranda que se inició con la agrupación de Elkin Uribe y Ponchito Monsalvo.
Hijo bueno…
El abrazo de padre a hijo fue cálido en medio del clima agradable de esa linda tierra. Ellos, tienen el mismo nombre y se identifican por su nobleza y calidad humana.
El viejo Gustavo, no encontraba las palabras precisas para definir a su hijo, “Tavo”, como lo llama, quien desde niño mostró la casta de la gente de esa región del sur del Cesar. “Mi hijo es bueno y desde que alcanzó la corona de Rey Infantil en 1985, supe que estaba para cosas grandes y el tiempo me dio la razón. Tengo la emoción que no me cabe en el pecho”. Entonces recordó que él le enseñó a tocar acordeón a su hijo.
El viejo Gustavo, quien fue un parrandero empedernido y solía pasearse infinidad de madrugadas por el pueblo tocando su acordeón dijo que las primeras melodías que aprendió su hijo fueron de las canciones: ‘El chevrolito’, ‘039’, ‘La pisinga’ y ‘Diana’.
Entonces ante la mirada de los presentes tomó el acordeón e interpretó apartes de las cuatro canciones y disertó sobre la auténtica música vallenata. El primero en aplaudirlo fue su hijo y volvieron los abrazos que nunca faltaron a lo largo de la memorable noche Riodorense.
El regalo del Rey
Definitivamente el nuevo Rey Vallenato es la nobleza y sencillez en pasta. Cuando nadie esperaba tomó el acordeón que recibió en la ceremonia de premiación del 47 Festival de la Leyenda Vallenata y se lo regalo a un paisano. Un niño de seis años que como él aspira a coronarse como soberano del acordeón.
El niño que recibió el obsequio es Cristian José Angarita Trillos, quien solamente dijo “Gracias Señor Gustavo”. Y seguidamente se fue sonriendo a sacarle notas a su nuevo acordeón, el juguete que anhelada tener desde hace más de un año.
En esas, aparecieron sus padres Rodrigo Angarita y Nohora Trillos, y dirigiéndose al Rey Vallenato le manifestaron su agradecimiento y le repitieron que eso era lo que esperaba con ansiedad su pequeño hijo, quien recibe clases de acordeón en la Escuela de Música Luis Arel Durán. Al niño Cristian José, se le apareció un Rey y le hizo el maravilloso milagro del folclor.
Cuando llegó la hora de la despedida, todavía el Rey Vallenato seguía recibiendo efusivas felicitaciones como “Nos sentimos orgullosos de vos”, y entonces en forma rápida hizo la evaluación de la visita y comentó que su querido pueblo se había sobrado con el recibimiento y el homenaje y principalmente su amigo el alcalde Manuel Rodolfo Márquez Páez, quien hace parte de su historia musical porque lo acompañó como cantante cuando se coronó Rey Infantil. De igual manera, el decidido respaldo de su paisano y amigo José Luis Urón Márquez.
Que mejor que partir para volver pronto, citando la letra de una canción de Diomedes Díaz, el gran homenajeado del 47 Festival de la Leyenda Vallenata.
Esa es la precisa para demostrar el amor por su natal, Río de Oro, donde están sembrados todos los recuerdos y ahora más cuando revivió con su acordeón todas las alegrías, esas mismas que adornan el pentagrama con el cariño, la belleza y la amabilidad de su gente.
Ay! me voy pero ten presente ( bis)
que muy dentro llevo tu imagen grabada
eso fue lo que le dije aquel momento antes de partir.
No olvides, que el amor cuando es del alma
aquel que se encuentra lejos, de allá se quiere venir.
Y yo, un momento de estos vuelvo
porque es que me he dado cuenta
que sin ti, no puedo vivir.