Rosana le cumplió a Heriberto el sueño musical


Por Juan Rincón Vanegas

La tristeza se le pintaba en sus ojos y a veces se le notaba un tinte de alegría. Todo porque vino a Valledupar a cumplir una misión donde los recuerdos jugaban de titulares y el sentimiento se le apretujaba en su corazón.
En medio de las personas que se inscribían en el Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’ para los distintos concursos del 47 Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Diomedes Díaz, ‘El Cacique’, estaba Rosana Espinosa Ballestas, quien llegó procedente de Turbaco, Bolívar, a cumplir la voluntad de su compañero fallecido hace casi cuatro meses.
“La mayor ilusión del compositor Heriberto Salamanca Espinosa, con quien viví 14 años y tuve tres hijos, era participar en el concurso de la canción inédita del Festival Vallenato, pero falleció en un accidente el dos de diciembre del año pasado cuando a la moto que conducía se le explotó una de las llantas. Eso sí, dos meses antes del suceso que nos cambió la vida, había hecho y grabado la canción titulada: ‘Que me pongan tu sangre’. Qué más puedo decir”.
Entonces cierra los ojos, calla y se le respeta el silencio, ese silencio donde el corazón habla por sí solo y envía señales de todos esos instantes de alegrías cantadas que se metían por todos los rincones de su hogar y que ahora se registran en una gráfica de tristeza.
Enseguida, vuelve y toma la palabra para expresar: “Le vine a cumplir su voluntad y me lo pinto feliz aquí en el mismo lugar donde estoy ahora, esperando el turno para cumplir su sueño”.
Unas lágrimas aparecieron y recorrieron sus mejillas. No se las borró sino que las dejó correr como testimonio del compromiso del amor que se ha perpetuado con el paso del tiempo.
Entonces le sale una voz de aliento cuando indica que su hijo mayor, Erick Daniel, quien cuenta con 10 años, es cantante y muchas veces acompañó a su papá en presentaciones y en los distintos concursos. “Estimulo el talento de mi hijo para que siga los pasos de su papá. Es todo un artista”, manifiesta Rosana.
Heriberto Salamanca Espinosa, como compositor y guitarrista había ganado varios concursos en esa vasta región donde habitaba, siendo el triunfo más importante el que obtuvo el año pasado en el Festival Bolivarense de Acordeones que se realiza en Arjona, Bolívar, con la canción ´Mandato divino’. Dejó más de 123 canciones de su autoría, algunas de ellas grabadas.

Los recuerdos viven
Rosana se admiraba de la majestuosidad del Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’, y de la belleza de Valledupar, la Capital Mundial del Vallenato, pero no dejaba de recordar a su gran amor y esos comienzos donde los detalles sencillos, las miradas conquistadoras y las canciones cumplían su objetivo.
Entonces narra que ella desde muy jovencita hizo parte de la reconocida agrupación ‘Las Musas del Vallenato’ donde fue cantante, pero se retiró debido a problemas de salud.
“Fue una época muy linda, porque en esa época conocí a Heriberto que me conquistó con sus detalles y me hizo la canción ‘Humilde amor’. Al morir contaba con 33 años y era un hombre perseverante, inquieto, humilde y servicial. De ese bello amor me quedaron tres retoños que son mis hijos: Erick Daniel, Yinaris Andrea y Keiner David”.
Cuenta enseguida que Heriberto aprendió a tocar guitarra porque iba donde los amigos para que se la prestaran. “Viendo eso, me di a la tarea de hacer una rifa y pude comprarle su guitarra. Se imagina la felicidad de ese hombre con el regalo que anhelaba con todo su corazón”. Entonces por primera vez suelta una sonrisa y se lo imagina componiendo y cantando esas canciones donde el centro de la inspiración era ella.
No quiso decir siquiera la primera estrofa de la canción ‘Humilde amor’, porque la nostalgia podía hacer metástasis y provocarle dolores hasta en el alma. Quedó a enviar la letra donde se pinta de cuerpo entero el amor de un hombre que supo beber del agua que en ese momento tenía agradable sabor a cielo.

Nos vamos con todo…
El deseo del cantautor turbaquero era hacerse sentir en el papá de los festivales, como solía decir, y por esto con anticipación tenía lista la canción para dejar sentado su amor a la música vallenata, pero el tiempo no le alcanzó para estar de cuerpo presente, pero Rosana con todo el amor del mundo lo hizo por él.
Ella, vestida de luto, mira al cielo para dejar sentado que cumplió el compromiso, y recuerda con mucho dolor las palabras que Heriberto Salamanca recalcaba pensado en el Festival Vallenato: “Nos vamos con todo pal’ Valle”.