Cantos
Los primeros acordeoneros de que se tenga memoria fueron a la vez autores de los cantos que interpretaban; cantos que desde entonces ya tenían una clara diferencia rítmica y una estructura musical propia que los clasificaron para siempre como Paseos, Merengues, Puyas y Sones. Entonces no había, como hoy, una persona especializada únicamente en hacer el canto, otra en ejecutarlo en el acordeón y una tercera que los cantara. El acordeonero era un ser integral que con igual destreza hacía sonar el acordeón e interpretaba a voz en cuello cantos de su propia inspiración.
Y hechos los primeros cantos, los acordeoneros se convirtieron en correos cantados, en periodistas musicales que iban de pueblo en pueblo y de vereda en vereda llevando la información de los últimos sucesos narrados en los Merengues, Paseos, Puyas y Sones que cantaban en las horas vespertinas cuando se reunían a descansar y, en ocasiones especiales, a bailar en las célebres cumbiambas que se formaban con motivo de las fiestas patronales.
Danzas
El pueblo mantuvo la memoria melódica de sones anónimos muy antiguos que como “El Pilón” y “El Amor-Amor” pasaron a convertirse, el primero, en la danza más popular de todas las que se bailan en la región, y el segundo, en una especie de “Himno Nacional del Vallenato” con el que, ritualmente, se concluyen todas las parrandas:
- El Amor Amor
- El Pilon
El amor-amor
Es un canto popular anónimo que consta de estrofas de cuatro versos de rima asonante, con el cual se celebran los grandes acontecimientos privados de la gente del folclor y con el que, ritualmente, se concluyen todas las parrandas. Sus estrofas se componen de cuartetas en ritmo de paseo hechas con versos picarescos y audaces que cada quien aumenta según su propia inventiva.
El Pilón
Es un canto popular de autor anónimo, con su propia coreografía, mantenido por la tradición oral como herencia sentimental y costumbrista de uno de los más arraigados rituales domésticos, como lo era, para nuestras abuelas, la pilada, la cocción y elaboración de los alimentos a base de maíz. Todo lo cual se hacía en los amplios traspatios de las casas solariegas de antaño en las madrugadas plateadas por la luz de la luna y en la compañía de un lucero inmenso y brillante que muchos consideran que es el planeta Venus; pero que para nuestros abuelos era simplemente El Molendero.